“Lo único constante es el cambio”, dijo el filósofo griego Heráclito hace unos 2500 años. De COVID aún no, pero de cambios creo que ya estamos todos vacunados a estas alturas de lo que, espero, será recordado durante las próximas muchas décadas como “La Pandemia”.
En el mundo laboral el cambio más significativo que estamos viviendo, y logrando, de un año a esta parte es el de la organización del trabajo sin necesidad de coincidir en un espacio común con el resto de compañeros. Lo que ya todo el mundo conoce como “teletrabajo”. El teletrabajo, con sus ventajas e inconvenientes, se ha normalizado. Y esto ha sucedido con gran intensidad y a la vez en todos los países desarrollados.
Ni que decir tiene que este nuevo modo de trabajar está provocando a su vez toda una avalancha de cambios derivados. ¿Quién nos iba a decir hace solo doce meses que las grandes ciudades del mundo están perdiendo población y los precios de alquiler en esas mismas urbes se están reduciendo? Los teletrabajadores “huyen” del centro de las ciudades a zonas que consideran “mejores”, más amables. Los extrarradios de las ciudades y las zonas rurales están ahora en el foco de atención de millones de personas en todo el mundo en busca de una mejor calidad de vida adecuada a su situación de teletrabajadores.
He aquí una oportunidad para nuestra región: captar, para que se instalen en nuestros pueblos, miles de los millones de teletrabajadores que están abandonando las grandes ciudades de todo el mundo. Esto ayudará a paliar, siquiera en parte, el demoledor proceso de pérdida de población que sufren Castilla y León en general (-154.000 almas en los últimos diez años) y muchos municipios en particular.
Para gustos están las diferentes combinaciones de encanto, entorno, servicios y paisaje de cada municipio. Internet de alta velocidad, educación, sanidad y comercio en el municipio son algunos de los requisitos imprescindibles. Un aeropuerto relevante en un radio de 1-2 horas en coche es un plus. Y voy a añadir otro elemento para la lista de los ayuntamientos que quieran postularse como un “lugar excelente para teletrabajar”: un centro de “coworking” con encanto para exurbanitas, con luz natural, bien decorado e integrado en el municipio. Un espacio de este tipo ayuda a quienes no disponen de un lugar óptimo en casa o, simplemente, necesitan airearse y separar lo profesional de lo doméstico. Sobra decir que todo lo anterior requiere de comunicación y promoción “on-line” adecuadas. De nada sirve ser una buena opción si nadie la conoce.
Este artículo también ha sido publicado el 2 de marzo de 2021 en la edición en papel del diario El Mundo de Castilla y León
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