Sin pretender pecar de optimista, hay indicios suficientes para pensar que la actual pandemia está encarando una recta; confío, todos confiamos, que final. Además, coincide que se acaba un año muy distinto a los inmediatamente anteriores. Todo junto pide una retrospectiva.

Este año hemos tenido ocasión de aprender muchas cosas. Y me refiero a “tener ocasión” en sentido literal. Pero no estoy seguro de que hayamos aprovechado, estemos aprovechando, la oportunidad que supone la situación. De hecho, sinceramente pienso que por un oído nos está entrando y por el otro saliendo a la misma, o más, velocidad. “Oportunidad” tiene unas connotaciones positivas en su significado que para los oídos más sensibles pudieran hasta parecer poco oportunas en el, posiblemente, peor momento de nuestra existencia como individuos que siguen vistiendo y calzando a día de hoy. El que esta pandemia se haya llevado por delante a un 0,02% de la población mundial (un 0,1% de la población española) en lugar del 20-30% que se llevó la plaga que arrasó el mundo hace exactamente un siglo no nos supone ningún consuelo. Lo cierto es que cada uno de los que han muerto en los últimos meses ha muerto al 100%, no sólo una oreja… Me atrevo a asegurar que estamos atravesando esta mala racha tan atemorizados, o más, como los que vivieron la – objetivamente aún más dramática, aunque mucho menos mediática – de hace un siglo. Volví a caer en la cuenta de esto hace un par de días hablando con una persona que ha tenido una situación familiar realmente complicada en los últimos meses, con el COVID como protagonista: cuando te toca el virus, no hay porcentaje que suponga consuelo; lo que te ha pasado es el 100%.
Debe de ser un mecanismo de supervivencia; uno que nos ha traído hasta aquí.
Tweet
Con tanto impacto, cabría pensar que “las cosas” van a cambiar mucho y de forma duradera… Pues tampoco; quizás ligeramente en las formas durante unos meses, pero no en el fondo. Porque a las primeras de cambio entraremos en otra fase en la que todo a lo que podamos acceder, merecer, disfrutar… será lo más relevante y en lo que concentraremos nuestra atención y esfuerzos.
Tampoco hay que preocuparse demasiado por esto: al menos las cuatro o cinco últimas generaciones hemos tendido a ser así (de las anteriores no he leído en suficiente detalle). Debe de ser un mecanismo de supervivencia; uno que nos ha traído hasta aquí.
Este artículo también ha sido publicado el 22 de diciembre de 2020 en la edición en papel del diario El Mundo de Castilla y León
Deja una respuesta