Al tiempo que crece el clamor por la falta de técnicos capaces y trabajadores en muchas disciplinas, llevo unos meses leyendo una expresión que me intranquiliza por la acepción más frecuente con la que se utiliza: ingeniería de “prompt”.
Inicialmente pensé que se referirían a una disciplina centrada en diseñar, programar y mantener mecanismos de intercambio de comandos e información con un ordenador o un servicio informático. Como el antiquísimo “símbolo del sistema C:\>” de MS-DOS, o las tópicas pantallas monocromas con letras verdes de las películas. Quienes -por su juventud- no sepan lo que es eso, que lean con más atención; este artículo va por y para ellos.
Pues oye, no. No se suelen referir a programar un software para ser utilizado vía comandos de texto, en lugar de con un ratón. En la mayoría de las ocaciones se refieren a utilizar y optimizar los resultados que se obtienen de una línea de comandos (“chat” o “prompt”) -que ya está desarrollada- de un servicio de I.A.. Por poner un paralelismo: el equivalente a escribir lo mejor posible las búsquedas en Google para obtener mejores resultados. Pero ahora, en lugar de búsquedas en Google, se trata de saber hacer las mejores preguntas posibles en “conversaciones” con un servicio de inteligencia artificial como ChatGPT y alternativas. En pocas palabras: algunos denominan ingeniería a leer y entender el manual de uso de ChatGPT. ¿Quién habría de querer diseñar maquinas de rayos X, teléfonos, aviones, redes eléctricas o estructuras pudiendo optar por la ingeniería del “prompt”? ¿Va a ser la siguiente disciplina postmoderna, y pre-apocalíptica simultáneamente, la ingeniería del “unboxing” (abrir con estilo y muchas palabras los paquetes que nos llegan a casa)?
Todos comemos, vivimos bajo un techo, enfermamos, nos desplazamos, necesitamos reparar algo, nos comunicamos, etc., etc., etc. Jóvenes actuales (y provisionales): no os abandonéis a la actitud del mínimo esfuerzo, no paséis por la vida como eternos jubilados. Para que las sociedades funcionen, además de consumir, cada uno tenemos que formarnos, esforzarnos y aportar soluciones al resto de congéneres dentro de nuestras -actualmente, y por suerte, grandes- posibilidades. Además es muy satisfactorio ser tú “el que hace posible X o Y”. Si no, esto no funciona. Mejor dicho: irá funcionando cada vez peor a medida que los adeptos de la cultura del esfuerzo y la meritocracia seamos cada vez menos y vayamos pasando a la reserva. Me refiero a la reserva provisional; todo es provisional.
Este artículo también ha sido publicado el 3 de octubre de 2023 en la edición en papel del diario El Mundo de Castilla y León
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