Diario El Mundo, edición de Castilla y León. 17 de diciembre de 2019.
El pasado lunes, festivo en Castilla y León pero no en otras comunidades autónomas, pude pasear en horario comercial y por lugares distintos a los habituales. Con esa mirada fresca que te inducen los sitios nuevos pude ver con toda claridad que hay una “competencia transversal” a muchos de los puestos de trabajo de cara al público más habituales. Se trata, ni más ni menos, que de “mirar el móvil”.
«Mirar el móvil» ya casi parece una compencia transversal a todos los oficios
Y no me refiero al uso de este tipo de dispositivos que hacen, por ejemplo, los técnicos y repartidores de paquetería para recoger la firma de albaranes, no. Lo que se ve por doquier en horario laboral es esa forma de enfrentarse a la pequeña pantalla de estos dispositivos superdotados con la mirada ausente, deambulando por ella con el dedo de forma rítmica, tecleando en pequeñas ráfagas o acercando a la oreja sólo un extremo como para inyectarse un mensaje delicioso. Este uso y comportamiento se pueden observar en prácticamente cualquier oficio: ferreteros, pescaderos, guardias civiles, vigilantes de los escáner del acceso al tren, empleados de banca, trabajadores municipales, etc, etc.
La dedicación de horas de trabajo y capacidad de concentración a una actividad tan ajena al puesto como absorbente puede tener varias causas: no tener carga de trabajo suficiente, desinterés por la profesión, deseo de evadirse, dedicación paralela a otra actividad, realización de compras… De todas las posibilidades ninguna parece encajar con la descripción de un puesto de trabajo; por ejemplo: “te hemos contratado para que vigiles que nadie sube al tren con una pistola o te eches unas discretas risas con tus amigos vía Whatsapp”. ¿Te imaginas?. Pues esas situaciones son las que se dan a diario y se están convirtiendo en norma con el consiguiente perjuicio para la seguridad individual y colectiva, la productividad, la autoestima, el desarrollo profesional y – me atrevo a decir que también – con consecuencias dañinas para el desarrollo personal.
Debemos evitar caer en la complacencia de “todo el mundo lo hace»
Debemos evitar caer en la complacencia de “todo el mundo lo hace, no pasa nada”; porque pasa. Los daños no siempre se aprecian a simple vista, pero van horadando la calidad y reputación de los servicios, establecimientos y empleados. La dejación en el concienzudo desempeño del puesto de trabajo – poco a poco, como un veneno tenue – va arruinando las organizaciones y las convierte en más vulnerables a la competencia no-despistada, al comercio electrónico, a la amenazas en general y las acerca a la desaparición. Y donde digo organizaciones, podemos leer también sociedades.
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