En los últimos meses se está precipitando la publicación de noticias sobre el fracaso de la digitalización de la educación. Un fracaso rotundo que no sólo afecta a las aulas de colegios e institutos. En nuestro entorno occidental desde las mejores escuelas de negocios hasta guarderías han descubierto, mediante estudios sobre los alumnos, que leer en una pantalla no es lo mismo que leer en un libro, ni teclear lo mismo que escribir a mano. Y que una pantalla, que ofrece infinitas posibilidades de distracción e hiperestimulación, no es un medio adecuado para transmitir conocimiento en fases tempranas del desarrollo humano.
La mala noticia es el daño ya causado a los millones de niños y jóvenes de todo el mundo que han sufrido el experimento, incontrolado e interesado, de la digitalización de las aulas. Niños y jóvenes que comprenden peor el mundo real, que leen peor, que tienen dificultades para expresarse y relacionarse.
Sobre el origen de los contenidos digitales, conozco el caso de una editorial de “libros digitales para niños” que ha prescindido de escritores, dibujantes y animadores humanos para pasar a generar el contenido mediante una herramienta basada en inteligencia artificial. ¿Eso los hace necesariamente peores? No lo sé. Lo que los hace es inquietantes. Dejar que una tecnología que justo ahora cumple un año de vida, ChatGPT fue lanzado en noviembre de 2022, genere “contenidos educativos para niños” esimprudente.
Una pregunta sencilla para la Consejería de Educación de Castilla y León (y de todas las Comunidades Autónomas): ¿qué medidas, y cuándo, van a tomar para revertir lo antes posible la digitalización de la educación pública? ¿O van a permitir que nuestros escolares sigan avanzando por el corredor que conduce a un desarrollo personal no óptimo y hacia la vulnerabilidad a la manipulación de sus voluntades?
En el caso concreto de la educación primaria en Castilla y León es preocupante lo reciente del último impulso a su digitalización. El decreto que regula la educación primaria es el 38/2022 de septiembre de 2022. Para dar una idea del contenido de este textoen cuanto a “digitalización”, señalaré que contiene 459 veces la palabra “digital” a lo largo y ancho de sus 533 páginas de extensión. Su redacción no indica que seamos pioneros dando marcha atrás, no. Estamos en pleno impulso a lo que está demostrado que no funciona.
Por supuesto, sólo una parte de la exposición a pantallas y medios digitales en general sucede en las aulas. La vida doméstica, y la social, aportan unos niveles de exposición, en muchos casos, superiores a los de las aulas. Esto ya es responsabilidad de cada familia.
Este artículo también ha sido publicado el 14 de noviembre de 2023 en la edición en papel del diario El Mundo de Castilla y León
Marga dice
Hola Emiliano. Totalmente de acuerdo. Y efectivamente, también en los últimas semanas se está precipitando la publicación de noticias sobre retrasar la edad de dar un móvil a nuestros hijos: el movimiento «adolescencia libre de móviles». Y yo añadiría que ojalá haya políticas que acompañen para que los raros de clase sean los chavales que tienen móvil antes de los 16. Interesante el experimento de un profesor de secundaria denominado «no pone challenge». Un abrazo