Diario El Mundo, edición de Castilla y León. 23 de abril de 2019.
Hay conceptos y afirmaciones que, de tan repetidos, es difícil plantearse el cuestionarlos.
Uno de ellos es “el crecimiento económico positivo” –básicamente el aumento progresivo de los precios de los productos y de los salarios– .¿Qué clase de persona puede cuestionarse las bondades del crecimiento económico?, por favor… Hoy no voy a centrarme en esto, aunque animo al lector a que le dedique un rato a pensar en lo que supone y sus repercusiones.
Otro, en el que sí que me voy a extender, es el concepto de “progreso”. Aquí, incluso más claramente que en el caso anterior, todo lo que rodea a “progreso” tiene connotaciones eminentemente positivas. Pero, ¿qué es progresar?, ¿qué entendemos cada uno por progreso individual y/o social?. Una forma de definirlo es como el movimiento hacia una situación mejor. Otra definición pone el foco en la “mejora” progresiva de la ciencia, la cultura, la organización social, etc.
Progresemos siendo conscientes de lo que dejamos atrás y hacia lo que nos acercamos
Como humanidad, o quizás sea más sencillo acotarlo a nuestro mundo occidental, ¿hacia qué nueva situación mejor estamos avanzando?. En el área de la salud hay indicadores claros de que avanzamos hacia una sociedad con una mayor capacidad de diagnosticar y curar enfermedades; al mismo tiempo que el estilo de vida y hábitos de alimentación generan importantes problemas de salud pública. Si en el siglo XV les hubieran dicho que seis siglos más tarde el abuso en el consumo de azúcar provocaría problemas, hubieran pensado que ahora vivimos en el paraíso. Cada vez tenemos menos necesidad de estar involucrados en la obtención y preparación de los alimentos; y son muchísimo más frecuentes los problemas por sobrepeso que los de desnutrición. Vivimos aglomerados en ciudades, en viviendas con todo tipo de comodidades a las que necesitamos dedicar muchos años de salario; mientras, desdeñamos el estilo de vida de la ahora llamada “España vacía” con sólo unos pocos habitantes por kilómetro cuadrado y casoplones de verdad. Algunas personas, estresadas por sus obligaciones laborales, tienen cada vez menos tiempo libre mientras otro sector, cada vez más numeroso, tiene libre todo su tiempo por falta de ocupación profesional. Es más fácil acceder a muchas fuentes de información y, al mismo tiempo, el riesgo de desinformación es real. A diario damos muchos “likes”en redes sociales y muchos menos “¡hola!, ¿qué tal?”sinceros en vivo y en directo. Es menos habitual el trabajo físico y sudar –llegando incluso a estar mal visto– y más frecuente “echar el resto”subido a una máquina en un gimnasio o jugando al “paddle”.
Sin duda estamos progresando. Progresemos siendo conscientes de lo que dejamos atrás y hacia lo que nos acercamos. Progresemos manteniendo la propiedad de nuestro destino y teniendo en cuenta el dicho “para el barco sin rumbo cualquier viento es favorable”.
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