Diario El Mundo, edición de Castilla y León. 27 de septiembre de 2016.
Se habla mucho de la necesidad de alimentar a los 9600 millones de personas que -según la ONU- habitarán el mundo en 2050. La cifra de población impresiona más si recordamos que el año 1900 eran “sólo” 1600 millones. Hoy ya somos 7462 millones de humanos habitando la Tierra.
A la hora de dar respuesta al incremento de demanda es necesario actuar en varios frentes:
Una explotación agrícola es un proceso productivo más, cada vez se asemejará más a una fábrica moderna
El primero, y más importante, es el de mejorar la eficiencia de la cadena de suministro desde la producción hasta el consumo. Según la FAO, en Europa y América entre el 40% y el 55% de las frutas y hortalizas producidas no llegan a ser consumidas. Causas como los estándares estéticos, el que en ocasiones tirar sea más barato que reutilizar, instalaciones de almacenamiento deficientes o la mala planificación de la compras por el consumidor final son algunos de ellos. Claramente, lo primero que hay que hacer es eliminar este despilfarro en la gestión, distribución y consumo de las cosechas.
En el frente del incremento de la producción existen tres líneas principales de innovación:
Dos de ellas son la obtención de nuevas variedades más productivas mediante ingeniería genética y la producción de fitosanitarios que den respuesta a cualquier necesidad de fertilización y control de plagas. Estas llevan asociado cierto nivel de controversia en algunos sectores de la sociedad y un potencial impacto medioambiental negativo.
Por otro lado está lo que se denomina agricultura de precisión, o agricultura inteligente, cuya piedra angular es la digitalización de todos los parámetros posibles del proceso de producción agrícola. O -dicho de otro modo- convertir todo en números sobre los que se pueden realizar cálculos para tomar, y ejecutar, decisiones automáticas. Las características de cada metro cuadrado de suelo, la posición y funcionamiento de tractores y aperos, las condiciones meteorológicas, la humedad del suelo, la cantidad de agua disponible para el riego, el grado de maduración de los frutos, la temperatura en los almacenes, los hábitos de los consumidores… todo es hoy fácilmente convertible en un número.
Una explotación agrícola es un proceso productivo más, cada vez se asemejará más a una fábrica moderna. La industria lleva muchos años trabajando en mejorar su eficiencia y nos sirve de referencia. ¿Te imaginas que el 40% de los coches, o móviles, nunca llegaran al consumidor?; de ningún modo.
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