Diario El Mundo, edición de Castilla y León. 11 de junio de 2019.
De vez en cuando, en ponencias o reuniones sobre temas como eficiencia, optimización, etc pregunto a la audiencia: “¿cuál es el principal enemigo del beneficio?”. Sin lugar a dudas, la respuesta más frecuente es “¡los costes!”. Discrepo. Los costes en general no son un problema por el mero hecho de formar parte de prácticamente cualquier actividad o proceso. De hecho, para llegar un resultado, producto o servicio es siempre preciso utilizar recursos que suponen un coste: tiempo, materias primas o energía, por mencionar algunas de las categorías más comunes. El beneficio no se ve perjudicado por todos los costes, si no sólo por aquellos que son prescindibles: los que pueden ser suprimidos sin perjudicar la calidad y cantidad del resultado, aquellos que no añaden valor al producto de la acción.
Esa es la parte de los costes a eliminar: los que no convierten el resultado en mejor o más abundante.
Pondré un par de ejemplos. Igual que cuando compramos una barra de pan no estaríamos dispuestos a pagar más por ella si el panadero nos dice que nada más cocerla la ha paseado un rato caminando a buen ritmo por toda la ciudad, ningún comprador de un producto agrícola va a pagar más – de hecho lo justo con el planeta sería que pagara menos – porque en un cultivo el productor haya empleado un exceso de fertilizantes o agua o para el riego del mismo. Esa es la parte de los costes a eliminar: los que no convierten el resultado en mejor o más abundante.
Despilfarro: recursos empleados que no se reflejan en el valor percibido
Vayamos un poco más allá. Hay un tipo de recursos, que también suponen un coste, cuya utilización no se refleja en el valor percibido en el producto por sus compradores y que tienen todas las papeletas de caer en un saco con la etiqueta de “despilfarro”. Estoy hablando de las herramientas disponibles en el mercado, desde hace ya muchos años, orientadas precisamente a identificar y ayudar a reducir despilfarros en la utilización de recursos.
Criterio de precio vs retorno de la inversión
No es raro encontrar empresas en las que, ante la posibilidad de incorporar una herramienta de este tipo, con un precio equis y periodo de retorno de la inversión de unos pocos meses, la decisión consiste en desestimar la incorporación de la herramienta con argumentos como “el precio equis es muy caro” o “no queremos pagar cuotas anuales”. Es lo que yo llamo “pasarse el criterio de retorno de la inversión por el arco del triunfo”. O, me lo acabo de inventar, “meta-despilfarro”: despilfarro de oportunidades de reducir despilfarros en el uso de recursos.
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