Utilizo el concepto “inteligencia natural” para referirme a esa capacidad intrínseca a nuestra especie que nos ha permitido resolver problemas sucesivamente más complejos en los últimos cien mil o doscientos mil años. Ahí es nada.
Según algunos estudios psicológicos -y el sentido común- la capacidad de adaptación a circunstancias cambiantes, la autoestima, la iniciativa, la capacidad de resolución de problemas y el éxito social de las personas en su edad adulta se ven beneficiados por el juego libre -sin pantallas, sin normas- y la autonomía temprana en la toma de decisiones durante la infancia. Por otro lado: cuando estructuramos en demasía el tiempo a los niños -aquí que cada uno ponga el límite en el número de actividades extraescolares que quiera-, intervenimos o dirigimos sus juegos, juegan en pantallas, etc. desarrollarán menos su iniciativa, su capacidad de resolución de problemas y de adaptación.
Hoy he leído que las decisiones de inversión en Google no las toman los accionistas, las toma una inteligencia artificial. Eso sí,de momento, los dividendos los cobran los accionistas. Esto es sólo un punto más en la montaña de “ventajas” de las inteligencias artificiales. Las cuales también tienen en su haber los diagnósticos por imagen más precisos de ciertas enfermedades, la mayor influencia en el sentido de los votos en las elecciones, la mejor colocación de los productos en las estanterías de los supermercados, algunas obras de arte ganadoras de concursos en los también participan humanos con “sólo” su creatividad natural , la mejor asistencia a los programadores humanos (ver Git Hub Copilot) etc., etc. Apabullante.
El cociente intelectual medio ha disminuido notablemente en las últimas décadas; los investigadores apuntan a factores ambientales y no genéticos.
Pudiera parecer “normal” que, ante tanta aparente superioridad de la incipiente inteligencia artificial estemos precipitándonos haciendo dejación -cuando no directamente entorpeciendo- en el cuidado de las capacidades intelectuales innatas a los humanos. No es normal, ni sensato, ni justo para la actual infancia. De hecho el cociente intelectual medio ha disminuido notablemente en las últimas décadas; los investigadores apuntan a factores ambientales y no genéticos.
¿Queremos que nuestros nietos vivan en un sillón con tres pantallas, sean muy longevos, tontos y dependientes de “un algo” artificial de turno que les mantenga alimentados e hidratados?
En todo el mundo existe una necesaria preocupación por la conservación de nuestro planeta. Por otro lado, no observo un nivel de alerta proporcional por preservar las capacidades físicas e intelectuales innatas de los seres humanos. En general nos basta con observar el indicador de esperanza de vida para saber si “evolucionamos en la dirección adecuada”.
¿Queremos que nuestros nietos vivan en un sillón con tres pantallas, sean muy longevos, tontos y dependientes de “un algo” artificial de turno que les mantenga alimentados e hidratados? Considero que debemos prestarle mucha más atención a preservar las capacidades físicas e intelectuales propias de todos los homo sapiens que habitamos el planeta Tierra.
Este artículo también ha sido publicado el 11 de octubre de 2022 en la edición en papel del diario El Mundo de Castilla y León
José Aníbal Saquero Sanz dice
Haber cambiado gran parte de ese tiempo que se usaba para jugar interactuando directamente con otras personas por tiempo dedicado a juegos online supone una gran pérdida. El juego es una forma de aprender mediante roles, de llegar a acuerdos, de respetar normas, de reír y escuchar esas risas, de echarse una mano (físicamente), de disfrutar y de consolar a y con el otro. La IA está muy bien (y los videojuegos también)….como complemento, nunca cómo sustitutos.